TECHO realizó este martes su presentación Desafíos en la Nueva Agenda Urbana desde el Derecho a la Ciudad: asentamientos informales y desigualdad en la Sala Narciso Bassols del Palacio Legislativo en Toluca, México. La presentación está enmarcada en la Reunión Regional América Latina y el Caribe, como parte del proceso de definición de la Nueva Agenda Urbana.
A pesar de que la Nueva Agenda Urbana definirá el futuro de toda la población por los próximos veinte años, Teresa Márquez, lideresa comunitaria del asentamiento informal Agostadero en Valle de Chalco, México, afirma sentirse representada sólo por las estadísticas. Este martes expuso junto con un panel integrado por miembros de TECHO, en la Sala Narciso Bassols del Palacio Legislativo, en Toluca, México, en el marco de la Reunión Regional-América Latina y el Caribe, organizado como parte del proceso hacia Hábitat III. “Me ha costado trabajo estar aquí, no tengo un lenguaje tan fluido como ustedes, pero tengo mis sentimientos y soy portavoz de mucha gente”, expresó.
Su disertación hizo referencia a las 113.4 millones de personas que residen en zonas urbanas de América Latina pero viven en un asentamientos informal. Una realidad que se entremezcla con la costumbre, como parte de la conformación de la trama urbana; que se desconoce en los mapas; y que vuelve a resurgir ante las crecidas de algún río memorioso, como hoy ocurre en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. “Somos ignorados, sometidos, pisoteados y cuando no, hasta hostigados. Pero aquí estamos para cambiar nuestro entorno. ¿Cómo lo hacemos? Organizándonos”, manifestó al auditorio.
La organización como medio de supervivencia
Juan Pablo Duhalde es el director del Centro de Investigación Social de TECHO–Internacional. En su exposición presentó los datos relevados en los catastros sobre asentamientos informales que se realizaron en siete países de la región. De los datos se desprende el valor de la organización para las comunidades: en el Pacífico Sur de Nicaragua, la mayoría, el 37% de los 402 asentamientos detectados, se organizaron previamente a asentarse en el lugar; en el territorio costarricense se contabilizaron 394 asentamientos y una diversidad de agrupaciones, entre las que destacan organizaciones religiosas, asociaciones de desarrollo y juntas de educación. Mientras, en Argentina, entre los 1.834 asentamientos relevados –en el territorio donde vive el 60% de la población del país-, el 56% se vinculó con otros para alcanzar objetivos y, de ese porcentaje, el 44% los concretó.
Para Duahlde la lectura es clara: “La gente se organizó para conformar el lugar donde vivir, para mejorar su vida. Eso demuestra que no es una realidad estática sino dinámica. La gente se está organizando para mejorar su calidad de vida. Esto es esencial que se refleje en la agenda de Hábitat III”.
La exclusión del mercado y el Estado deja como única opción la construcción del espacio desde la propia realidad y con el propio esfuerzo organizado. Es así que Luis Bonilla, director operativo de TECHO–Internacional, señala: “En nuestro trabajo junto con los pobladores de asentamientos informales, hemos sido testigo de los arquitectos e ingenieros más innovadores, que están en estas comunidades de América Latina. Ese tipo de experiencias es fundamental que sean rescatadas para plantear en la Nueva Agenda Urbana Mundial”.
La doble emergencia de los asentamientos
“Somos incluidos cuando conviene, sino somos ignorados”, sentenció Márquez. Algo que Bonilla ratifica al definir a los asentamientos informales como “la manifestación más extrema de la desigualdad en la región”. “Hoy la región está viviendo una coyuntura crítica que es una sumatoria a la desigualdad y la pobreza que se vive a nivel regional”, detalla Duhalde. “El terremoto que hubo en Ecuador y las inundaciones en el Cono Sur (Paraguay, Uruguay, Chile y Argentina) afecta a gran parte de la población, pero con mayor acento a quienes viven en asentamientos informales, donde el problema de los techos y acceso es pan de cada día. No solamente un hecho aislado que tenemos que recordar cuando pasan estos lamentables sucesos naturales, sino que es necesario enfocarnos en la emergencia que ha sido construcción de la misma sociedad: excluir y obligar a algunos a vivir en condiciones no aptas para la vida”.
Con la información relevada de más de 4.000 asentamientos caracterizados y el aprendizaje de las ideas y propuestas que existen en las comunidades, el equipo mantiene firme su labor y el llamado urgente a que Hábitat III contemple íntegramente esta realidad. “Sabemos que la tarea es amplia y nos falta mucho. Pero nos hemos dado cuenta que ahí existen las capacidades y eso nos mueve a seguir trabajando”, concluye Duahlde.