Historia de Angie

Angie es una joven voluntaria que comenzó en TECHO hace un año, en Monterrey. 

Ella cuenta que la primera vez que fue a una construcción tuvo unos cuantos obstáculos. Sus padres le dijeron que era la primera y última vez que iría por no haber pedido permiso antes, ya que les avisó el día anterior. Todo fue improvisado, ella solamente llevó una colcha para dormir, que se le empapó momentos antes de subirse al camión ya que su mochila se le cayó a un charco de agua. 

Fue tal la emoción que tenía que al volver a su casa ese fin de semana, que ya no recordaba lo “malo” que le había sucedido antes de irse a construir. De esa primera construcción,  las actividades que armó el equipo y el compartir junto a gente desconocida generó un impacto en ella. Angie comenta que  “esos pequeños detalles (…) hicieron que me diera cuenta de que estaba rodeada de gente tan increíble con una empatía enorme y un gran corazón.“

Para Angie, el voluntariado en TECHO es una experiencia diferente. En cada construcción aprende cosas nuevas, como por ejemplo en su última construcción junto al equipo de Monterrey construyeron un tipo de vivienda distinto al que ella acostumbra a construir. También, a ella le causó mucha curiosidad haber construido un baño seco. 

En sus meses como voluntaria, Angie cuenta que mantiene un vínculo especial con Doña Esperanza, una vecina de Monterrey, con quien disfruta de compartir el tiempo en el barrio.  Pues, la convivencia con las familias, voluntarios y voluntarios es de lo que a ella más le gusta ir a construir con TECHO, particularmente si los voluntarios son nuevos porque le entusiasma que nuevos jóvenes se animen a ir aunque les requiera un esfuerzo. 

“Me gusta que la gente con la que convivo tenga la misma perspectiva (…), me motiva a seguir aquí y a seguir luchando por hacer más justicia”. 

Según Angie ser voluntario en TECHO es una oportunidad para “probar cosas nuevas, ya que nunca es tarde para crear y experimentar algo nuevo”.