Carlos Pacheco / TECHO en El Salvador
“TECHO potenció todas mis habilidades. Era un chico con muchas energías y TECHO decidió creer en mí, los voluntarios decidieron creer en mí”
Pacheco tiene 22 años y es estudiante de enfermería. Su primer contacto con TECHO fue cuando tenía 17 años, y desde ese momento su paso por el voluntariado ha sido una aventura que ha transformado y aún sigue transformando su vida.
Su hermana ya era voluntaria de TECHO y lo invitó a conocer la organización mediante una colecta. En un principio él no quería participar pero terminó accediendo y esa actividad fue un antes y un después. Conectar con tantos jóvenes y entender que todo ese trabajo tenía un destino (impactar a familias de distintas comunidades) hicieron que esta actividad lo envolviera completamente. Fueron horas y horas en las calles, bajo el sol y con una sola meta; llenar la mayor cantidad de alcancías posibles. Según nos cuenta, ese día su corazón también se llenó. “Yo quería una camisa de TECHO, quería sentirme identificado con el voluntariado”
Luego de esa colecta, a principios del 2018 lo invitaron a una construcción. Esa actividad rompió su burbuja e hizo que Pacheco dejara de ver hacia un costado para enfrentar la realidad. La situación de pobreza en el país era mucho más grande de lo que él pensaba. Ese día la construcción fue bajo lluvia y todo se volvió muy complicado. La familia que obtendría su vivienda vivía en una zona de riesgo, al borde de un barranco y pasaba por una situación de extrema pobreza. “Desde ese momento me dije en voz baja: si no quiero ver estas situaciones tengo que transformarlas.”
Pacheco nos contó que piensa firmemente que el que no arriesga no gana. Y ese día salió ganando porque se encontró una familia que lo transformó e hizo que su deseo de quedarse en la organización creciera aún más.
Desde ese momento, se volvió un voluntario muy activo, comprometido con las colectas, encargándose de distintos puntos e intentando generar un impacto real y positivo en los demás. Año tras año dirigió distintos puntos del país y entendió que el éxito no depende del punto ni de la zona del país, lo que importa es la actitud, el ánimo y las energías que le dedicas. Desde ese momento movilizó a personas en su centro de estudio y de la universidad, buscando crear una colecta cada vez más masiva y extraordinaria.
“Yo siembro un árbol y al día siguiente voy a ver si ya nació. Soy impaciente y ansioso. Y cuando recaudamos el dinero de la colecta, dentro de un mismo año ya puedo ver el impacto que va a tener. Porque en TECHO si se invierte, si se hacen los proyectos y todos podemos formar parte de eso.”
“En el TECHO te venís a ensuciar, te mojas, comes en el suelo y trabajas en equipo con los voluntarios y con las comunidades.”
Actualmente es líder de cuadrillas y después de 6 años haciéndolo ya perdió la cuenta de las viviendas que construyó. Pacheco siente que mediante las construcciones no impacta a las familias, sino que ellas lo impactan a él y que de cada una de ellas se lleva un nuevo aprendizaje.
“El TECHO y las familias cambiaron mi vida. Yo pretendía ir a transformarles la vida pero ellas me la transformaron a mi. Me enseñaron a reconocer mis errores, a poder mejorar, a explotar mis ideas y a valorar muchas cosas que pasaban desapercibidas para mí”
Para él una de las cosas más lindas de ir a las comunidades es hablar con los vecinos y vecinas, escuchar todas esas historias que se encuentran detrás de ellos y desconocemos.
Compartir con las infancias es otra de las cosas que adora de la organización. “Los niños de la comunidad impactan en mi vida como no tenes idea, son la razón por la que cada día elijo seguir en TECHO.”
Hace ya un tiempo en TECHO El Salvador llevaron a cabo un programa de acompañamiento escolar y refuerzo académico para niños y niñas. “Poder compartir con los niños fue mágico. Fue lindo permitirles entender que está bien sentirnos tristes o enojados, validar sus emociones y desarrollarse para ser quien ellos quieran ser.”
“El Techo, es experiencias, historias y conexión Escuchar, ser vulnerable, abrir tu corazón”
El Pacheco del 2017 creció mucho, es consciente, es responsable, y agradece siempre que su hermana lo haya “ arrastrado” hasta esa colecta. El Pacheco de hoy reconoce que está en una situación de privilegio, es consciente de las situaciones de pobreza en el país y el continente y de los derechos y deberes que todos tenemos. Además considera que es una persona más abierta.
“Aprendí a aceptarme como persona, el TECHO es diverso. Poder compartir con personas diversas y saber de sus experiencias me ha hecho ser más abierto conmigo mismo. Jamás me sentí excluido o juzgado, todos somos distintos pero no hay diferencia, todos podemos hacer todo y avanzar al mismo nivel, nadie es más que nadie”
“Cuando entré a TECHO era muy chico y en el camino me hice muchos amigos en las comunidades. Hoy, ya finalizando mi carrera, muchas veces estoy en el hospital y me encuentro con muchos de estos amigos y vecinos que hace mucho no veo, los niños de las comunidades ya son adolescentes, los reencuentros siempre están llenos de cariño, siempre nos alegramos de vernos. De mi parte siempre es la misma atención y el mismo valor hacia todos, hacerlos sentir familia y sacarles siempre una sonrisa”
“TECHO es mi lugar seguro, mi lugar feliz. Donde yo me puedo desarrollar, sentirme en paz y aceptado con todos y todas.”