Según ONU Hábitat, 104 millones de personas que viven en zonas urbanas residen en un asentamiento informal. En otras palabras, 1 de cada 5 latinoamericanos y latinoamericanas no accede a las ciudades de la región. La mención del Derecho a la Ciudad en la Nueva Agenda Urbana significa para TECHO un paso inicial en el que resta profundizar para ser determinante en la transformación de esta realidad. Para alcanzar ciudades equitativas, sostenibles y justas, como promueve el Derecho a la Ciudad, hace falta abordar la desigualdad desde sus raíces, para trabajar sobre sus causas. Al mismo tiempo se requiere conocer y entender los aciertos y desaciertos de las agendas anteriores (1976 y 1996), para tomar medidas coherentes que contribuyan a la consecución de los compromisos asumidos en esta nueva edición. El reto para América Latina adquiere una relevancia particular al ser la región más urbanizada del mundo y la más desigual.
En este sentido, TECHO a través de su trabajo en asentamientos informales de diecinueve países de la región, ha podido identificar cómo la falta de conocimiento acerca la realidad puntual que viven millones de personas en asentamientos informales resulta cómplice de su invisibilidad. Por esta razón ha realizado relevamientos de información en diferentes países, para responder a las preguntas de dónde se encuentran los asentamientos informales y cómo viven las personas que allí residen. En el marco del Día Mundial de las Ciudades, 31 de octubre, TECHO repasa los principales resultados levantados en “las otras ciudades”, construidas por quienes viven en primera persona las consecuencias de la desigualdad de la región.
Las dos caras de los asentamientos informales
Mediante la caracterización de más de 5.000 asentamientos informales en América Latina y su experiencia de trabajo, TECHO ha concluido que estos espacios son la mayor expresión de la desigualdad de la región más desigual del planeta. En Chile, por ejemplo, la cantidad de personas que vive en asentamientos informales se incrementó en los últimos cinco años. Según los catastros nacionales de asentamientos informales que se realizaron en 2011 y 2016, en el primer relevamiento 27.378 familias vivían en 657 asentamientos, cinco años después son 38.770 en 660 asentamientos. En 2013, el estudio realizado en Argentina sobre el territorio donde vive el 60% de la población, detectó que de los 1.834 asentamientos informales estudiados, el 43,2% tiene más de treinta años de antigüedad y el 47% agrupa a más de 500 familias.
Es así que la organización reconoce a estos asentamientos como espacios donde todos los días millones de personas ven vulnerados sus derechos. En Costa Rica (2014) se encontraron 394 asentamientos informales en todo el país. El 61,7% no cuenta con acceso al agua potable. En Nicaragua (2015), el relevamiento realizado en seis departamentos de la Zona Pacífico permitió conocer que en Managua existen 198 asentamientos informales y la suma alcanza a 402 en toda la zona catastrada. El 89% de los asentamientos informales se encuentra en zonas de riesgo o cerca de ellas.
“Nuestra comunidad se llamaba asentamiento, así lo denominamos desde el principio, pero cuando nuestros hijos van a buscar trabajo, a pesar de que son universitarios les dicen ‘ah, es que ustedes viven donde las ratas’, y no les dan trabajo”. Es uno de los testimonios con los que se encontró la organización TECHO en la realización del Censo de Asentamientos Informales en cinco municipios de la ciudad de Guatemala (2016). En el estudio, este testimonio se traduce en el resultado de un 69% de los asentamientos informales caracterizados, con predominio del trabajo informal. La investigación abordó a 314 asentamientos informales en total.
Al mismo tiempo, la organización reconoce a los asentamientos como espacios diversos, en función de la coyuntura país. En Colombia (2015) el estudio se realizó en la ciudad de Bogotá, donde se encontraron 125 asentamientos informales. De la investigación se desprende que el 65% de los asentamientos cuenta con población desplazada.
Pero además de la vulneración de derechos, TECHO ha identificado también las ideas, experiencia y capacidades de las poblaciones que allí residen. Este bagaje es resultado también de las acciones de subsistencia, resistencia y transformación que diariamente deben realizar los pobladores y pobladoras por sus propios medios, para satisfacer sus necesidades más básicas.
Es así que en Costa Rica el 90% de los asentamientos, mantiene algún tipo de organización comunitaria. En las zonas relevadas de Nicaragua, el 70% de las organizaciones comunitarias expresan haber participado en acciones de incidencia, destacando la participación en Cabildos (68%). En el área metropolitana de Asunción, Paraguay (2016), donde se caracterizaron 405 asentamientos, la comisión vecinal es el tipo de organización más frecuente, al alcanzar el 84,1% de los asentamientos. En Argentina, los tres principales aspectos positivos que destacan las comunidades son la tranquilidad, unión entre vecinos y el progreso del barrio. En Guatemala el 74% de los asentamientos se organizó para regularizar servicios básicos y un 65% para obras de infraestructura.
Para Juan Pablo Duhalde, director de áreas sociales de TECHO Internacional, “esto demuestra el dinamismo en los asentamientos, porque la gente se organiza para mejorar su calidad de vida”. Tal es así que el informe cualitativo que presentó semanas atrás la organización, Desde el territorio (2016) reveló que frente a la diversidad de los asentamientos, el denominador común de sus poblaciones son la autogestión y la organización comunitaria.
Para Duhalde “es momento de poner el foco en la emergencia creada en la sociedad. La que consiste en excluir y obligar a parte de la población a vivir en condiciones no aptas para la vida, en zonas de riesgo, en los bordes del territorio”.
TECHO en Hábitat III
TECHO estuvo presente en el desarrollo de la Tercera Conferencia sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible de las Naciones Unidas a través de una delegación de noventa personas, entre los que se encontraban líderes y lideresas de asentamientos informales de quince países de América Latina. Para la organización su experiencia se construye desde el territorio, esa es la esencia de TECHO y son esas voces, la de los referentes comunitarios, jóvenes voluntarios y voluntarias, las que buscaron llevar a Hábitat III. De esta manera, los líderes y lideresas arribaron con un pronunciamiento que elaboraron con el título Una América Latina de todos y para todos, que firmaron 1.309 referentes comunitarios de los diecinueve países donde TECHO trabaja.
En el camino que recién empieza hacia la implementación de los acuerdos que se acaban de establecer en Hábitat III, la organización asume el compromiso de reconocer a la Nueva Agenda Urbana como un punto de partida para seguir profundizando en el Derecho a la Ciudad como el nuevo paradigma urbano. En la línea de promover e impulsar estos temas, se compromete también a articular con otras organizaciones de la sociedad civil. Al mismo tiempo, participar en el monitoreo de la implementación de la Nueva Agenda Urbana y acompañar la elaboración e implementación de las políticas públicas con impacto en los asentamientos informales.
Para TECHO, el compromiso y la exigencia más firme es a no reencontrarse dentro de veinte años, en Hábitat IV, para hablar de los mismos temas, por los mismos problemas con las mismas intenciones. Los asentamientos informales deben ser una prioridad para los gobiernos de América Latina para superar la situación de vulnerabilidad que sus poblaciones viven, para reivindicar el valor de la experiencia, propuestas y capacidades de sus pobladores y pobladoras y asumir el compromiso real de construir una América Latina de todos y para todos.