Para todos, todo. La primera vez que leí esa frase supe que a pesar de “todo”, algo faltaba. Mi subconsciente hizo su trabajo: agregó una A, una que me hiciera sentir incluida, porque lo que no se nombra, no existe; como los asentamientos que tanta gente ignora, porque ni siquiera sabe cómo llamarlos.
¿Y si esa frase estuviera en “femenino”? Probablemente no todo el mundo se sentiría incluido e incluso habría quienes se incomoden. Ojalá la desigualdad y vulneración a los derechos nos incomodaran tanto como las faltas gramaticales.
Para todas, todo.
En la región más desigual del mundo, aceptar el lenguaje como medio de integración social representa ceder el espacio a quienes no se ven, a lo que históricamente ha aparecido en un segundo plano.
Por eso, TECHO ha desarrollado su propio Manual de Comunicación Inclusiva, una herramienta para escribir este nuevo capítulo de América Latina.
El documento otorga herramientas prácticas y principios éticos para enfrentar la discriminación y potenciar las comunicaciones desde y entre TECHO, promoviendo una cultura de respeto, convivencia y eliminación de cualquier expresión o acto de discriminación, y la erradicación de cualquier práctica o conducta de este tipo en la organización.
Superar la pobreza y la desigualdad es una historia que tiene y ha tenido protagonistas de todos los géneros, edades, colores, orígenes e ideas, y así debe contarse.
Militar por la igualdad y la justicia social significa moverse desde la empatía y la solidaridad; es reconocer que todas y todos contamos y tenemos los mismos derechos y oportunidades, es trabajar para que ella, él y todas las personas, seamos y podamos sentirnos parte. El lenguaje construye realidades, ¡hagámoslo!