En el contexto de las movilizaciones sociales que tensionan a la región en este último período, es conocido que niñas, adolescentes y mujeres se han visto afectadas de forma dramática. En Bolivia, uno de los momentos de mayor violencia reportados fue la agresión directa a una marcha de mujeres indígenas. El Instituto Nacional de Derechos Humanos en Chile, reportó diecinueve denuncias por violencia sexual hacia mujeres que fueron detenidas en las protestas que se han realizado desde el 18 de octubre. En Nicaragua, recientemente, un grupo de jóvenes fue puesto en prisión por expresar solidaridad con madres de presos y presas políticas. En el grupo se encuentran siete mujeres.
Estos acontecimientos sólo representan ejemplos puntuales de cómo de forma sistemática y violenta se vulnera a las mujeres. De cómo se les impide desarrollarse con libertad y autonomía para el ejercicio de sus derechos.
Incluso la pobreza, que atraviesa, con particular énfasis, la vida de las mujeres con las que trabajamos día a día en los asentamientos populares, también es violencia. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que América Latina es la región del mundo con mayores índices de violencia contra la mujer y a nivel global, el 35% ha sido víctima de violencia física y/o sexual.
Este 25 de noviembre, tomémonos una breve pausa para reflexionar sobre todo esto que estamos viendo, viviendo y sintiendo, como protagonistas y/o espectadores o espectadoras. Nuestra lucha por ciudades justas, igualitarias y libres de pobreza es fuertemente impulsada por lideresas en territorio, 75% de los liderazgos comunitarios en TECHO son mujeres¹, un recorrido en el que debemos escucharnos, cuidarnos y hacer de TECHO un espacio seguro, donde el encuentro con el otro y otra nos revitalice, nos llene de energía y nos impulse con más fuerza y energía a seguir caminando.
Fernanda Arriaza
Directora de Gestión Comunitaria
TECHO Internacional
¹Primera Encuesta de Liderazgos Comunitarios en América Latina / TECHO Internacional 2019
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