Alma, es lideresa del asentamiento José María Maldonado, también conocido como Jomama, en México. Conocer TECHO le cambió la vida, permitiéndole cumplir sueños que nunca imaginó que se harían realidad, como tener un hogar seguro y viajar a otro país por primera vez en su vida.
Vivir en un hogar hecho casi que improvisado, bien como no contar con agua limpia saliendo de su grifo, le impedía concentrarse en su trabajo, ya que vivía en un espacio muy pequeño con su hija, hecho con materiales frágiles. Además, en su comunidad había desafíos como la falta de organización y servicios esenciales. Estas situaciones generaban que Alma no pudiera enfocarse en sus aspiraciones y metas a futuro.
Al encontrarse con TECHO, Alma pudo tener una vivienda mucho más segura, esto pasó cuando la organización llevó a cabo la construcción junto con más de 30 familias de la comunidad en el 2014. Este encuentro improbable no solo proporcionó a Alma, su hija y las otras familias un hogar de mucha más calidad, si no que también permitió que se plante una semilla para que los pobladores y pobladoras comiencen a organizarse y a emprender en negocios locales como la venta de tamales y tacos.
“En ese entonces para mi no solo fue una casita porque yo no tenía realmente nada, (…) fue como mi lugar seguro, el lugar donde tu puedes tener tu privacidad. “
Ella, motivada por el acercamiento con la organización, decidió involucrarse activamente no solo en la construcción de su casa, sino también en el desarrollo de la comunidad. Este compromiso con las familias donde vive generó que Alma recurra a TECHO nuevamente, pasado 10 años de la construcción de su vivienda, para seguir co creando proyectos que mejoren el entorno de la comunidad Jomama.
Esto resultó en que Alma logre actualmente contar con un espacio para poder trabajar y seguir desarrollándose, así como también tuvo la oportunidad de viajar a Argentina, algo que nunca había imaginado. En este viaje junto con TECHO Alma fue a construir a un asentamiento populare de Buenos Aires, y ella comenta que “devolver esto que tu (los voluntarios) me están regalando ahorita y dárselo a una persona como yo, se siente una maravilla”.
“Jamás en mi mente pensaba que yo iba a llegar a otro país, (…) no lo podía creer que iba a ir 15 días a Argentina, te imaginas que yo nunca había viajado y menos en un avión; fue mi sueño realizado”.
Al ser parte de TECHO, Alma no tenía más que preocuparse con las lluvias, los bichos, el frío y tantos otros dolores de cabeza que tenía por vivir en una vivienda con condiciones inadecuadas. Y si no fuera este encuentro improbable con TECHO, tal vez Alma no habría encontrado la motivación para emprender y desarrollar su comunidad.
Hoy, Alma no solo tiene su «mansión» de la primera construcción en 2014, sino que también ha transformado su hogar en un «castillo de colores», un lugar donde puede trabajar y seguir creciendo.